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jueves, 28 de abril de 2011
POLÍTICAS EDUCATIVAS INTEGRALES: CAMBIOS URGENTES
Actos maravillosos y desbordantes de emoción cuando se anuncia la apertura de una nueva escuela o sede para la atención del servicio educativo de primaria o secundaria para adultos. Pocas cosas tan significativas en el aporte de parte del Estado, hacia la legítima aspiración de ascenso social de las personas que, por una u otra razón, quedaron fuera del sistema educativo.
Con poco esfuerzo, quienes hemos transitado las aulas de todo el recorrido del sistema educativo, podemos recordar a los compañeros que fueron quedando en el camino. Simplemente al año siguiente, algunos faltaban, ya no estaban, ya no asistían a la escuela. Así, sucesivamente año tras año el desgranamiento hacía estragos en las expectativas iniciales de los chicos. Recuerdo que cuando empecé el primer año de la escuela secundaria, en un pueblo cualquiera de la Patria, tuvimos que sortear un examen y, como no había bancos para todos, los que no daban el promedio deseado, o al ordenarlos por orden de mérito, una vez cubierto el cupo, simplemente quedaban afuera de la posibilidad de estudiar en la escuela secundaria.
Mirando retrospectivamente podemos decir que quienes sorteamos esos obstáculos, además de otros tantos, somos el producto del éxito educativo de un sistema exclusivo y excluyente.
Hoy el desafío es contener a todos con calidad educativa para todos, hasta el nivel secundario inclusive, independientemente de la condición de origen del alumno, de sus condiciones físicas, de su situación contextual – libertad, encierro, enfermedad, sin límite de edad… en fin, la garantía debe ser para todos. Esto se complica aún más cuando se comprende en profundidad que la escuela, sobre todo la secundaria, no cumple con las expectativas de los alumnos o, lo que es peor, ya no las genera por múltiples razones que atraviesan al sistema y que contrastan con el bagaje cultural y formas y estructuras mentales de los alumnos, que no tienen puntos de contacto con lo que se les ofrece.
Esta problemática requiere aunar esfuerzos desde lo social, desde el transporte, desde la salud, la alimentación y desde lo académico, porque esta realidad es tan polifacética, en donde se conjugan tantas subjetividades que una sola o sólo algunas estrategias a implementar, inevitablemente están destinadas al fracaso, o al menos, no contemplaría a la totalidad.
Es imperioso incorporar estrategias en batería, en forma conjunta con capacitación docente que se traduzca efectivamente en cambio de prácticas tendientes a mejorar la sistemática expulsión que se produce en la educación formal. Hoy las salas que se abren para jóvenes – adultos, en realidad, atienden a grupos etarios cada vez más jóvenes, mejor dicho, adolescentes de 17, 18 y 19 años. Chicos que quedaron afuera de la escuela secundaria en estos últimos años.
Consecuentemente, si continuamos haciendo lo mismo, no esperemos que la respuesta se modifique. El éxito educativo se verá en tanto la Educación de Jóvenes y Adultos vaya reconvirtiéndose hacia Educación Permanente, lo cual consiste en la adquisición de nuevas habilidades y oficios, búsqueda de caminos y canalizadores del ocio positivo y no para cubrir lo que en su momento no se intentó superar: la expulsión de los adolescentes del sistema formal.
Caso contrario, no alcanzarán los brazos del Estado para satisfacer la demanda creciente que se producirá como producto de un crecimiento vegetativo exponencial, producto de dos razones. La primera se refiere a la muy conocida condición histórica de exclusivo y excluyente, en donde los adultos de hoy, ven que su posibilidad de realizar aquello que no pudieron en su momento, es factible y quizás se traduzca en un mejoramiento en sus ingresos, y esperamos también, en su calidad de vida general. La segunda, y desde mi punto de vista más grave, porque sigue expulsando a los alumnos, en el mejor de los casos, hacia la educación no formal mediante la aplicación con mecanismos pedagógicos didácticos que no contemplan las potencialidades ni talentos naturales para partir de allí hacia nuevos conocimientos, donde no se cultiva el gusto por aprender ni se lo vincula con la curiosidad hacia el descubrimiento de nuevos procesos, formas alternativas de adquisición del conocimiento, no se desarrolla la creatividad, ni se tiene en cuenta la inteligencia emocional como mecanismo que pivotea en la construcción de la personalidad, métodos evaluativos de dudosa confiabilidad y validez en donde el error se castiga con una nota final y no se la entiende como una instancia más de aprendizaje, quedando la evaluación formal, tan rimbombantemente expuestas en caras exposiciones de extranjeros, en el más absoluto vacío y falta de sentido. Cabe destacar, que existen muchos esfuerzos de docentes quienes, aplicando el sentido común y un indiscutido compromiso educativo y social, apelan en soledad sobre estructuras normativas y tradicionales constituyéndose, muchas veces, en los revolucionarios o “progres” que rompen con un cuidado “statu quo”, trabajan en soledad y conforman islas dentro del mismo sistema.
Este panorama es, básicamente, independiente de los esfuerzos por satisfacer el derecho mediante la Asignación Universal por Hijo. Los alumnos irán a la escuela, pero en realidad, sus cabezas no están, sus anhelos tampoco se van resolviendo y sólo esperarán tener la firma de la libreta donde corresponde para que el Programa funcione.
Dra. Ana María Pardo