Quería contarles que cuando
llegué a Mendoza hace más de 20 años, una vecina nos acercó un plato con
empanadas en plena mudanza . Mientras me lo entregaba con la amabilidad de
muchas personas del interior, me dijo que tenía una hija que estudiaba para
maestra y que se había enterado que yo era profesora.. Qué bien! Le respondí
con entusiasmo. Con resignación y con un marcado acento español continuó
diciendo: “soy viuda, es lo que le puedo
dar, acá está el normal. Por eso, aunque sea, que estudie para maestra”. Esa
frase me ha acompañado incómodamente todos estos años…
La labor docente ha ido
adquiriendo a lo largo de la historia límites difusos, que atraviesan los
caminos de la vocación, el trabajo, la profesión y el oficio. Debemos tener
presente que el concepto en sí mismo, se asocia a la función que en cada época
histórica se quiso que el maestro cumpla en el sistema educativo y en la
sociedad. En este sentido, las características que fundamentan la
profesionalidad docente están relacionadas con determinadas categorías sociales
que se fueron forjando en la construcción social del concepto de maestro/profesor
y dejaron huellas en la constitución del constructo “rol docente”, con rupturas
y continuidades.
En los tiempos de
construcción del Estado-Nación el magisterio