el fortalecimiento del Estado a favor del bien común, comprendiendo que el pensamiento y la acción estratégica comprometen a todos los estamentos y no puede ser producto de esfuerzos aislados. La justicia debe dar el salto de calidad que la sociedad reclama y comprometerse con el perjuicio que provoca en el tejido social las muchas veces evidentes manifestaciones de su incapacidad para luchar contra la corrupción. Porque no hay seguridad mientras persista la impunidad. Consecuentemente, la reflexión y la voz del Ministerio de Justicia son vitales.
La
desigualdad social que pervive a lo largo de la historia en nuestro país, con
brechas económicas escandalosas dentro de nuestro sistema capitalista, en donde
unos pocos ostentan sin pudor fastuosas riquezas mientras otros muchos no
tienen lo elemental para llevar una vida digna, atenta deliberadamente contra
la Justicia social, y con ello, anidan el resentimiento que casi
inevitablemente detona contra la seguridad de todos. Las cárceles del país
están superpobladas de personas pobres, con una cada vez más creciente presencia
de jóvenes carentes de estudios, con familias desmembradas y sin contención,
muchas veces atravesados por el flagelo de la droga y el alcohol. Por ello, la
construcción de canales hacia las oportunidades de desarrollo individual y
colectivo del entramado social, constituyen una demanda imposible de soslayar.
En este sentido el Estado a través del Ministerio de Desarrollo Social, en
tanto generador de políticas que propendan a ampliar las posibilidades de
acceso a los derechos de todos, tiene un espacio relevante para la reflexión
compartida en pos de aunar criterios para atender propositivamente la dura y
compleja problemática. Los discursos sobre la economía y el empleo están
plagados de demandas hacia la educación. Sin objetivos claros sobre la educación
que necesitamos para lograr una seguridad integral que permita el desarrollo
pleno, es una falacia que solo marea en un círculo vicioso de las buenas
intenciones. Todo es un problema de educación, pero no solamente del sistema
educativo. Las oportunidades laborales requieren de capacitaciones específicas
pero también de otras variables que no se pueden desconocer como por ejemplo el
entorno, el acceso a la tecnología, a las formas y modos que culturalmente son
valorados. Es decir, las oportunidades reales, porque el sistema educativo solo
no alcanza para impulsar el ascenso social. El trabajo es el ordenador social
por excelencia, mucho más que la educación que brinda el sistema. El
cumplimiento de un horario, el lugar adonde tiene que dirigirse todos los días
y su actividad específica, constituyen el cansancio que justifica la dignidad
del trabajador y trabajadora, traducida en sudor, su casa, su barrio, su obra
social, su club, sus amigos… La persona que trabaja está integrada y con ella,
su familia. Se habla de calidad del trabajo o de trabajo genuino. Me pregunto:
¿Cuál es el concepto que realmente consideraremos para estos calificativos?
¿Acordaremos que tenga como componente la generación de bienes? ¿ A qué le
llamamos bienes, a los que solamente se circunscriben al consumo de elementos,
servicios? ¿Es un bien de común el juicio crítico y moral de un pueblo? Pues me
parece que no lo tenemos claro. Hay mucho trabajo genuino que no genera bienes
de manera directa, por ejemplo: el que educa, el que cura, el que cuida… no
generan bienes en dinero, y si lo hacen, no es tangible de manera inmediata,
sino a través del tiempo. La prevención es difícil de medir y encima no impacta
en los medios de comunicación. Una vida que se cuidó, se curó, que no se accidentó,
o que no se murió porque se previno, no es noticia. Sin embargo contribuye
silenciosamente a crear una atmósfera real de seguridad integral para el Buen
Vivir. Convengamos que en una sociedad el poder de policía debe aparecer
cuando, de alguna manera, las otras acciones del Estado han fracasado. Parte de
otro texto será el arte, pero no puedo dejar de nombrarlo porque de qué sirve
la vida y la idea del Buen Vivir, si no es para ser felices y en esto, las
expresiones artísticas son claves, aunque excepcionalmente produzcan bienes.
• Ana
María Trinidad Pardo (DNI N° 17604770) – Nani Pardo
Dra. en
Gestión y Planificación de la Educación, Mgtr. en Evaluación Educacional, Lic.
en Educación, Prof. y Lic. en Creatividad Educativa. Docente e Investigadora.
Más de 25 años de ejercicio en la actividad docente e investigativa con amplia
experiencia como asesora legislativa y ejecutiva en distintos ámbitos del
sistema educativo provincial.
Referente
del Grupo Descartes.
Mendoza,
08/02/2021
Nota: Estas breves líneas se suman a la multiplicidad de
voces en esta gran y oportuna iniciativa del “Cabildo Abierto por el derecho
social a la educación”, con el fin de contribuir a pensarnos integralmente,
desde el desarrollo personal y colectivo.