PROFESORADO PARA TÉCNICOS
LA EDUCACIÓN EN EL CONTEXTO ACTUAL (6)
EL
ROL DOCENTE
Cada Tema supone la realización de diferentes actividades con el fin de ir comprendiendo y relacionando
las diferentes temáticas.
TEMA 5: EL ROL DOCENTE
En las sesiones anteriores hemos mencionado más de una vez al
docente y el rol que debe desarrollar de acuerdo a la teoría que sustente su
labor cotidiana.
Además, con el recorrido realizado, tal vez ya podríamos responder
acerca de cuáles pueden ser las funciones que un docente debe desempeñar para
promover aprendizajes significativos en los alumnos.
No obstante, es necesario que profundicemos acerca de lo que
implica el rol docente en los procesos de formación de los alumnos y sobre
todo, en los procesos de formación que demanda el contexto educativo actual.
Desde esta perspectiva, el docente tiene un rol protagónico en la
sociedad y ocupa un rol privilegiado al momento de pensar en la calidad de la
educación.
La identidad del docente ha ido modificándose a lo largo de la
historia y con ella también, las formas de ejercer la docencia.
En la actualidad, una escuela que se propone mejorar la calidad de
la enseñanza, debe estar estrechamente vinculada con una transformación de la
función docente hacia niveles de mayor profesionalización. Si bien ésta, no es
el único elemento capaz de modificar la educación, es una condición necesaria
para el desarrollo y transformación del sistema educativo nacional.
En función de lo expuesto, en esta sesión analizaremos cómo se ha
ido configurando la identidad del docente a través del tiempo, qué rol le
compete desarrollar en el contexto actual, qué aspectos condicionan su labor;
cuáles son las condiciones deben propiciarse durante los procesos de formación
para lograr la profesionalización y jerarquización de su labor, para finalmente
analizar la perspectiva de la capacitación y aprendizaje permanente.
v LA CONSTRUCCIÓN DE LA
IDENTIDAD DEL DOCENTE A TRAVÉS DE LA HISTORIA:
En la antigüedad, las sociedades no tenían una actividad especialmente
destinada a la educación de los jóvenes. La educación era una responsabilidad compartida por todos los miembros de la comunidad.
El oficio del docente surgió cuando las
sociedades se enfrentaron a una creciente complejidad de la cultura y una importante
división de roles y funciones. Se hizo necesario entonces, una función
específica para poder transmitir a las nuevas generaciones los saberes de la comunidad.
En la antigua Grecia, el “pedagogo” era el que conducía a los niños.
El maestro
era un esclavo o servidor más instruido que otros que acompañaba a los jóvenes.
A partir de la Revolución Francesa (1789), con las nuevas concepciones
sociales y políticas de la época, comenzó a requerirse que el docente
desempeñara otra función; debía ser alguien capaz de formar ciudadanos libres e
independientes, transmitiendo los ideales de identificación nacional.
A fines del siglo XVIII, con la consolidación y desarrollo
de la ciencia, el maestro se convirtió en el poseedor del conocimiento y en el transmisor
de la verdad científica. Debía dominar los contenidos de las diferentes disciplinas y
volcarlos sobre la “tabla rasa”, o la mente de sus alumnos. (Recordemos las
teorías imperantes de esa época: el empirismo, el conductismo, la enseñanza
como transmisión cultural, el modelo de aula proceso-producto).
Junto a esta función surgió la del “maestro sacerdote”: el docente que con abnegación,
desinterés, lucha y perseverancia podía combatir la ignorancia, considerada
causa de todos los males de la sociedad. Esta última imagen del docente como
sacerdote, formó parte de los ideales de la generación de intelectuales que constituyeron
las bases de la Nación Argentina y que se denominó
“generación del 80”.
Hacia los inicios del siglo XX, la escuela, denominada tradicional,
entendió que el eje de la acción del maestro era la transmisión de contenidos. El programa de contenidos era el
centro del acto pedagógico, más allá de la significatividad que pudieran tener
los contenidos para los alumnos.
No obstante, en 1920, surgen corrientes pedagógicas como “la escuela nueva o escuela activa”. Desde estas perspectivas, el docente
comienza a desplazar su lugar: de poseedor de la verdad hacia el lugar de guía u orientador de los
intereses y necesidades de los alumnos. (Recordemos las teorías imperantes en esa
época: Piaget, la enseñanza como fomento del desarrollo natural, etc.).
La atención pasó a concentrarse en el proceso
de adquisición del saber del alumno.
En la década del 60, surgieron junto a posiciones más críticas y radicalizadas,
diversas interpretaciones de la función docente y también de su imagen en la
sociedad. El reproductismo
ha
sido la postura más difundida de esta etapa. Afirma que tanto la escuela como
el docente, son culpables o reproductores de las injusticias sociales. Así el docente se convierte en el
responsable del fracaso escolar y la distribución no equitativa del
conocimiento.
Con la introducción de la tecnología en la educación, comenzaron a adquirir
importancia los expertos y especialistas en diseñar planes escolares. Desde
estas posiciones tecnicistas, el docente pasó a ser un administrador de experiencias de aprendizaje o
un ejecutante de los planes y programa elaborado por otros.
A lo largo de la historia, la imagen del
maestro fue cambiando y múltiples situaciones fueron confluyendo hacia la
construcción de diferentes modelos.
La crisis que hoy vive la educación, se manifiesta, entre otras cosas, por la pérdida de un modelo o imagen del
maestro y la identidad del docente ha quedado desdibujada. Una manifestación de
esta pérdida es la búsqueda incesante de fórmulas y de hacer recetas que nunca
parecen dar resultado en la tarea concreta.
Las demandas del contexto actual exigen una
transformación del rol del docente; éste debe recuperar su profesionalidad,
desarrollar diversidad de competencias que le permitan realizar reflexiones críticas
y aportes significativos frente a los múltiples problemas, profundamente
comprometido con la realidad de tu tiempo, sus alumnos, su escuela y su comunidad.
v
PROFESIONALIZACIÓN
DOCENTE
ESTA PARTE ES MUY INTERESANTE, PORQUE TRATA ESPECÍFICAMENTE PARA QUÉ NOS
PREPARAMOS…
La
identidad de una profesión se construye por la intervención simultánea de dos
elementos:
- El
dominio de un cuerpo de conocimientos expertos o especializados
- Reconocida
autonomía en el trabajo.
De este modo, un profesional tiene una identidad propia cuando es capaz
de dominar los contenidos científicos y tecnológicos propios de su trabajo y
aplicarlos correctamente para la solución de problemas concretos.
Si aplicamos estos conceptos al docente, deberíamos responder a la pregunta
¿qué significa ser un profesional
de la educación?
Si seguimos la misma línea de análisis, podremos responder que un profesional
de la educación es quien maneja
el soporte de conocimientos que son básicos para el desempeño de la tarea de enseñar
y aprender. Al mismo tiempo, es capaz de tomar decisiones autónomas, con
independencia, libertad y responsabilidad.
Si pensamos en el ámbito
de la escuela, su profesionalidad se evidencia cuando:
- Diagnostica
situaciones, propone y realiza diversas alternativas de acción.
- Participa
en las decisiones, desarrolla sus iniciativas.
- Enriquece
sus propias acciones e ideas y desarrolla la capacidad de reflexionar
críticamente.
- Ejerce su
autonomía a nivel curricular, haciendo las adaptaciones necesarias en relación
con las necesidades y el contexto de sus alumnos.
- Define sus
propias necesidades de capacitación y perfeccionamiento.
- Evalúa
críticamente los resultados de su labor educativa y los asume con
responsabilidad.
Con sus alumnos:
- Cree en la
zona de desarrollo próximo y potencia el aprendizaje de todos los alumnos,
buscando diferentes técnicas, métodos y estrategias.
- Realiza una
mediación eficiente para mejorar la calidad de los aprendizajes a través de
aspectos tales como dominar los contenidos de las áreas básicas, manejar
adecuadamente las estrategias metodológicas, promoviendo aprendizajes significativos
en sus alumnos, adaptando la enseñanza al ritmo de aprendizaje de éstos y
presentando desafíos para que experimenten el placer de aprender cosas nuevas,
interesantes; valorando permanentemente sus esfuerzos.
- Estimula la
autonomía de sus alumnos.
- Utiliza la
evaluación y autoevaluación de los alumnos como un medio para promover mejores
aprendizajes.
v
CONDICIONES
DEL TRABAJO DOCENTE
La realidad de los últimos años ha incrementado una situación que
tiene historia: docentes abrumados por diferentes demandas que surgen del contexto
social, institucional y del aula; sobrecarga en la responsabilidad por tareas
no pedagógicas, remuneraciones empobrecidas en relación con otras profesiones,
burocratización del sistema, falta de incentivo al mejor desempeño y a la
actualización y capacitación; entre otras.
Esta situación ha ido generando un clima de creciente
desvinculación y poco compromiso del docente con los resultados de la tarea,
perdiendo simultáneamente la jerarquización de su función.
Diferentes factores interrelacionados, configuran las condiciones en las que se desenvuelve el trabajo docente.
Entre ellos, podemos destacar:
1. La organización general del trabajo docente, que presenta particularidades como las
siguientes:
- La
actividad del docente se desarrolla predominantemente en forma individual, lo
que impide la elaboración de proyectos de trabajo compartido así como la
formación de verdaderos equipos de trabajo.
- Es una actividad cubierta de prescripciones;
las funciones que se le exigen se expresan en una serie de disposiciones que
conciben la tarea profesional como mera ejecución de lineamientos elaborados
por la superioridad o por expertos del currículo, dificultando un accionar
reflexivo, creativo y autónomo.
- Está
encuadrada por un conjunto de normas laborales caducas que regulan su función
no tomando en cuenta por ejemplo la iniciativa personal, la eficacia en el
desempeño, los niveles de logros alcanzados con sus alumnos.
2. La relación entre actividades pedagógicas,
sociales y burocráticas:
- Son
múltiples las actividades pedagógicas, sociales y burocráticas que debe
desarrollar el docente y la demanda es creciente. Sólo a título de ejemplo,
mencionemos como las escuelas se han convertido no sólo en proveedoras del
hecho educativo, sino también de otros servicios como los que apuntan a la
contención comunitaria y a la asistencia social.
3. Las condiciones ambientales entendiendo
por tales al ámbito físico en el cual se desempeña el docente (aula, patios,
etc.) y los recursos materiales disponibles para el desarrollo de su tarea (desde
hojas hasta los recursos tecnológicos).
No es necesario que profundicemos demasiado en este aspecto; ya que
las buenas condiciones ambientales y los recursos materiales son elementos
indispensables para asegurar la productividad y calidad del servicio que se
brinda.
Finalmente, no debemos olvidar que no existe un único factor que,
por sí solo, garantice la solución a las condiciones de trabajo de maestros y profesores.
v
ROL
DOCENTE
Cuando nos referimos al rol docente,
hacemos referencia a las actitudes,
modos de actuar con las que éste enfrenta determinados contextos y resuelve
diferentes situaciones.
A
partir de todo lo que hemos venido reflexionando, lo primero que debemos
preguntarnos es:
¿Cuál es el rol que debe desempeñar el docente
para promover verdaderos aprendizajes en sus alumnos y para que su práctica,
lejos de ser una búsqueda de recetas, logre recuperar la profesionalidad que se
necesita en la Argentina de hoy?
Son muchos los aspectos sobre los que deberíamos profundizar, pero a
modo de síntesis, podríamos aportar:
- Asumir una
postura epistemológica frente al proceso de enseñanza-aprendizaje. De acuerdo a
cómo conciba cada uno de los elementos de este binomio, será su forma de
desarrollar su práctica.
- Asumir una
función mediadora entre el alumno y el nuevo conocimiento; convertirse en el
nexo o puente entre lo que el alumno ya conoce y lo nuevo que debe aprender.
-Lograr compromisos efectivos en relación con los alumnos, sus familias,
la institución escolar y la comunidad en la cual desarrolla su función.
- Gestar
cambios en relación a sí mismo y a su práctica.
- Asumir la
profesionalidad de su trabajo desde el dominio de los saberes que enseña y la
autonomía en la toma de decisiones.
- Comprender
el rol que ejercen sus creencias y sus esquemas de conocimiento en la forma de
desarrollar su práctica.
- Generar
zonas de desarrollo próximo, poniendo en juego estrategias que le permitan a
sus alumnos pasar de su zona de desarrollo real a la potencial.
- Proveer a
sus alumnos diferentes instrumentos de mediación a fin de que puedan
internalizar significativamente los elementos de la cultura.
- Adecuar el
currículo a las necesidades de sus alumnos y al contexto en el que desarrolla
su labor.
- Reflexionar
críticamente sobre su práctica e introducir los cambios que sean necesarios.
- Comprender
que los factores que condicionan su práctica deben ser elementos que favorezcan
un trabajo continuo y mancomunado para diseñar estrategias de superación que,
lejos de desprestigiar su profesión, la jerarquicen.
- Asumir la
perspectiva del aprendizaje permanente desde la capacitación, formación,
actualización y perfeccionamiento continuo.
Vemos que la identidad del docente se ha ido configurando a lo
largo de la historia y de acuerdo a la época donde nos situemos, vemos que ha
ido desempeñando diferentes roles.
No obstante, la crisis que hoy vive la educación, se manifiesta,
entre otras cosas, por la pérdida de un modelo o imagen del maestro y la identidad
del docente ha quedado desdibujada. Por lo que es necesario un proceso de
transformación del rol del docente; donde pueda recuperar su profesionalidad y
jerarquización de su labor.
Un profesional de la educación es quien maneja el soporte de conocimientos
que son básicos para el desempeño de la tarea de enseñar y aprender y al mismo
tiempo, es capaz de tomar decisiones autónomas, con independencia, libertad y responsabilidad.
La tarea docente se encuentra condicionada por múltiples factores que
tienen que ver con la organización general de su trabajo, con las exigencias
que se derivan de las actividades pedagógicas, sociales y burocráticas que debe
desarrollar y por condicionamientos ambientales que, en muchas ocasiones,
limitan su accionar.
No obstante, cuando nos referimos al rol del docente, hacemos referencia
a las actitudes, modos de actuar con las que éste enfrenta determinados
contextos y resuelve diferentes situaciones.
Y en este sentido, hemos destacado que, a pesar de los múltiples factores
que condicionan su tarea, es importante que se desempeñe como un profesional
que pueda asumir una postura epistemológica frente al proceso de
enseñanza-aprendizaje, desarrollar una función mediadora entre el alumno y el
nuevo conocimiento, gestar cambios en relación a sí mismo y a su práctica,
dominar los saberes que enseña y tener autonomía en la toma de decisiones,
generar zonas de desarrollo próximo, adecuar el currículo a las necesidades de
sus alumnos y al contexto en el que desarrolla su labor, reflexionar críticamente
sobre su práctica e introducir los cambios que sean necesarios y asumir la
perspectiva del aprendizaje permanente desde la capacitación, formación,
actualización y perfeccionamiento continuo, entre otras.